La razón de este auge varía significativamente en las distintas regiones. Y sólo en Centroeuropa parecen retrasarse los proyectos previstos, debido a las dudas de Alemania en política energética. Hoy están en operación más de 350 centrales de almacenamiento por bombeo en el mundo con una capacidad de 152 GW. Y por su capacidad para bombear agua de un embalse más bajo a otro más alto cuando hay excedente de electricidad en la red, parecen el modo más efectivo de almacenar grandes cantidades de energía. Que se pueden utilizar en los momentos de mayor demanda.
Mathias Zuber, consultor senior de ecoprog GmbH, estima que “la inversión en el mercado mundial de centrales hidroeléctricas de bombeo de aquí a 2020 llegará a los 56.000 millones de euros. Que se elevaría hasta los 73.000 millones si se tienen en cuenta las tareas de mantenimiento.
En Asia, donde se están haciendo grandes inversiones en térmicas de carbón y en nucleares, las centrales hidráulicas de bombeo pueden responder rápidamente a la creciente demanda de energía y ajustarse a la perfección a las curvas de demanda diaria. Precisamente por eso, en China se construirán 20 grandes centrales de este tipo hasta el 2020.
En Norteamérica y Europa, lo mismo que en otros países asiáticos, son las renovables las que están estimulando las inversiones en plantas de bombeo, que con su capacidad de almacenamiento contribuirían a integrar más potencia renovable garantizando la demanda en todo momento. En Estados Unidos la eólica y la fotovoltaica han traído consigo nuevas plantas de bombeo por primera vez en 20 años. Por eso 75 proyectos tienen ya los permisos necesarios. Si se construyeran finalmente todos, Estados Unidos se convertiría en el principal mercado mundial para el sector.
"En Alemania, Austria y Suiza hay 40 proyectos de almacenamiento por bombeo en planificación y en construcción. A simple vista parece contradictorio que el desarrollo de la fotovoltaica esté frenando el bombeo en la Europa Central. Pero es cierto", explica la consultora.
La energía solar produce más electricidad en torno a las horas centrales del día, coincidiendo con los picos de demanda, que es exactamente cuando las plantas de bombeo logran sus mayores beneficios. Por eso se han postpuesto muchos proyectos.
Según Mathias Zuber, “los mercados y las políticas energéticas, a medio plazo, no tienen más remedio que ofrecer a las centrales de bombeo condiciones rentables de operación para gestionar la demanda de forma rápida. El cambio de modelo energético no funcionará sin este tipo de plantas“.