En una ley estatal aprobada en 2006, California se comprometía a reducir sus emisiones a los niveles de 1990 (431 millones de toneladas métricas) para 2020. De acuerdo con el Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero de 2016 estatal publicado esta semana, se explica que ese año California emitió 429 millones de toneladas métricas de contaminantes climáticos, lo que representa una caída de 12 millones de toneladas métricas, un 3%, respecto de 2015.
"California estableció los objetivos de emisiones más estrictos de la nación, rastreó el progreso y entregó resultados", dijo el gobernador Edmund G. Brown Jr. "El próximo paso es que California reduzca las emisiones por debajo de los niveles de 1990 para 2030, un objetivo heroico y ambicioso", agregó.
Según un comunicado del CARB, el descenso de emisiones con niveles de 1990 es equivalente "a retirar 12 millones de automóviles de la carretera o ahorrar 6 billones de galones de gasolina al año (más de 22 mil millones de litros)".
El próximo objetivo es reducir las emisiones un 40% por debajo de los niveles de 1990 para 2030, el objetivo de carbono más ambicioso en América del Norte.
Entre los elementos que se citan han contribuido a alcanzar antes de tiempo el objetivo de reducir gases de efecto invernadero figura la generación de electricidad. Las emisiones de este sector disminuyeron un 18% en 2016, lo que refleja el crecimiento continuo de la energía renovable, como la solar, eólica y geotérmica, resultado -se asegura- de las políticas oficiales de estímulo al sector, y la caída en la generación de gas natural. La electricidad solar en todas sus formas, incluida la generación en azoteas, creció un 33%, mientras que el gas natural disminuyó más del 15%.
También se menciona que el sector del transporte, la mayor fuente de gases de efecto invernadero del estado, experimentó un aumento del 2% en las emisiones en 2016 debido al mayor consumo de combustible. Aunque se destaca que los autos y camiones usaron una cantidad récord de biocombustibles, más de 56 mil millones de litros en total, como resultado el programa estatal llamado Estándar de Combustible Bajo en Carbono. Así, con su uso, se han evitado que 14 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono ingresen a la atmósfera, en comparación con lo que hubiera sucedido de utilizarse combustibles fósiles convencionales.