El llamado Plan de Acción para la Crisis Climática es impulsado por los demócratas y en rigor tiene escasas posibilidades de convertirse en ley durante la actual administración que dirige Donald Trump, de conocida aversión por el tema, además de que difícilmente, de ser aprobado con toda probabilidad en la cámara de origen, lo sea en el Senado, controlado por el Partido Republicano, generalmente contrario a medidas en ese sentido.
En concreto, se propone que para 2035 los únicos vehículos que salgan de las fábricas sean eléctricos, también que en 2040 las empresas del sector eléctrico no emitan en absoluto dióxido de carbono.
Otras medidas son la introducción del pago por emisiones de carbono, imponer límites de uso y promover la eficiencia energética en los edificios. También primar con beneficios fiscales a quienes usen energía con base solar o eólica y para la adquisición de vehículos eléctricos.
Según un análisis del grupo de expertos no partidista Energy Innovation, el Plan de Acción para la Crisis Climática evitaría más de 60.000 muertes prematuras anualmente para 2050 y proporcionarían 8 billones de dólares en beneficios climáticos y de salud.
De acuerdo con encuestas difundidas desde ámbitos de defensa medioambiental, se afirma que el 71 % de los estadounidenses apoya una economía 100 % limpia para 2050, lo que significaría una transición con impacto positivo en el empleo y el crecimiento económico. También se expone que el 67 % apoya la protección de las comunidades de color contra los impactos climáticos, el 65 % apoya un impuesto al carbono y el 65 % apoya que se exija a las empresas de servicios públicos que generen la totalidad de la electricidad a partir de fuentes limpias para 2040.