Un sistema energético "100% renovable, eficiente, inteligente, justo, inclusivo y que esté abierto a la participación ciudadana". Ese debe ser el objetivo (el fin último) de la transición energética, según Greenpeace. ¿El medio? Pues, según la organización ecologista, la reforma del mercado, que tiene que "incentivar la incorporación de soluciones flexibles y económicas", tanto desde el lado de la generación (almacenamiento térmico, baterías estacionarias, mejor uso del bombeo hidráulico, generación renovable gestionable) como desde el lado de la demanda, y ahí entrarían la gestión de la demanda industrial, comercial y doméstica; las baterías estacionarias; los vehículos eléctricos; los autoconsumos. Greenpeace también alude a las redes inteligentes. La oenegé del arco iris sostiene que la gestión de la demanda eléctrica constituye "un elemento vital" para (1) aprovechar al máximo la producción de las instalaciones de generación de energía renovable; (2) aumentar la participación ciudadana y la eficiencia del sistema; y (3) facilitar la seguridad de suministro. La gestión de la demanda -explican los ecologistas- consiste en modificar el horario de demanda de electricidad para que se desplace a los momentos en los que es máxima la producción de energías renovables (así usaremos más energías renovables y menos energías contaminantes).
Greenpeace lo explica
«La gestión de la demanda agrupa un conjunto de diferentes medidas que persiguen influir en el consumidor para que modifique cuánto y cuándo consume, con el fin de lograr no sólo el ahorro neto de energía , sino también un uso más eficiente de la misma. Por ejemplo, dentro del nivel más básico podemos hablar de los programas de ahorro y eficiencia que son conocidos por todos, también programas mediante tarificación; es decir, el precio de la electricidad es distinto según las horas del día, y pueden ser tarifas por bloques, o tarifas de momento crítico, o tarifas de precio real.
Otro tipo de medidas son programas mediante contratos e incentivos: los clientes se comprometen (por contrato o por incentivo económico) a reducir su consumo cuando el operador se lo pida, y por ello reciben una retribución.
Más ejemplos los encontramos en programas de control directo de cargas, es decir, el operador está en contacto directo con los equipos (electrodomésticos, vehículos eléctricos, etcétera) y establece secuencias de conexión y desconexión; a cambio, los clientes reciben una remuneración o rebaja en su tarifa.
Así mismo, programas de mercados de gestión, es decir, los clientes ofertan la reducción de su consumo o el cambio del momento de su consumo a un determinado precio. Este tipo de programas se realizan entre agrupaciones, cooperativas, agregadores de clientes»
Otra de las críticas en las que insiste Greenpeace de la mano del análisis que ha hecho de la evolución del mercado a lo largo de estos dos meses (análisis del sistema con y sin confinamiento) está dirigida al modelo actual de mercado eléctrico. "Con el diseño actual del mercado, donde el precio de la energía lo fija la última tecnología más cara que entra en el mercado -denuncian los ecologistas-, se produce el efecto caníbal hacia las renovables (a más renovables, más baja el precio de la electricidad y menos ingresos perciben los generadores de renovables)".
Y ello pone en riesgo -alertan desde esta oenegé- que se realicen las necesarias inversiones futuras en renovables. ¿Por qué? Pues porque las instalaciones renovables de generación de electricidad podrían llegar a no ser rentables. Además -asegura Greenpeace-, el mismo diseño actual impide que los consumidores reciban apropiadamente los beneficios de esta bajada de precios. ¿Conclusión? El modelo actual "va en contra del consumidor y de las necesarias energías renovables".
El estudio de la oenegé del arco iris delata a la hidráulica: "se observa con claridad -explica Greenpeace- cómo la generación procedente de la hidráulica sí se utiliza para regular" (pero para regular de modo que los productores obtengan más beneficios, a costa, lógicamente, de los usuarios.
La organización ecologista ha analizado coyunturalmente los datos proporcionados por Red Eléctrica de España (REE) y OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Electricidad) sobre la demanda de electricidad, la estructura de generación de energía eléctrica, las emisiones de CO2 asociadas y los precios horarios del mercado diario de la electricidad desde el pasado 25 de febrero (diez días antes de que se decretara el estado de alarma) hasta el 27 de abril, y estos son los principales resultados.
Demanda de energía eléctrica (MW)
La demanda de electricidad se ha reducido un 17,66% respecto a la demanda de las semanas anteriores al estado de alarma, una caída muy elevada atribuible al descenso de la actividad económica que afecta a los sectores terciario e industrial. Pese a que se presupone un aumento de la demanda doméstica debido al confinamiento, su peso no compensa el declive de la demanda industrial.
Precio del mercado mayorista
El precio marginal medio en el sistema español presenta un descenso del 25,19%, mayor incluso a la variación de demanda. Sin embargo, analizando estos datos por periodos se comprueba que esta aparente correlación no es tal, y que la explicación a la bajada de precio hay que buscarla también, y sobre todo, en el tipo de generación eléctrica de ese periodo (sobre todo de renovables) y no únicamente en la caída del consumo.
Emisiones de CO2
Las emisiones medias de CO2 asociadas a la generación eléctrica se han reducido únicamente un 6,3%. Un descenso muy exiguo si se compara con la drástica reducción de la demanda, pero que se debe al incremento de la participación de ciclos combinados de gas en la generación eléctrica que se ha incrementado un 24%. Las emisiones procedentes de las térmicas de carbón han disminuido en este periodo comparado con las semana anteriores un 31%.
¿Soluciones?
La energía hidráulica aporta su generación en los momentos en los que los precios marginales son más elevados, mientras que la eólica y la solar fotovoltaica lo hacen independientemente de los precios, impulsando así las mayores bajadas del mismo. Se comprueba cómo en un sistema con alta penetración de renovables, tal como ocurrió el 4 y 5 de abril, la energía nuclear tuvo que disminuir su aportación al sistema, ya que se requería la participación de otras tecnologías más flexibles como los ciclos combinados o las térmicas de carbón (que tienen mayores emisiones, además de costes marginales mucho más elevados). Según Greenpeace, "esto muestra, entre otras cosas, que las nucleares no son la tecnología que puede sustituir a las sucias y caras tecnologías fósiles, ya que carecen de la flexibilidad de estas".
Sobre la energía nuclear
Las centrales nucleares -sostiene Greenpeace- necesitan de precios elevados de la electricidad para mantener su competitividad, "porque requieren inversiones a pesar de estar llegando o sobrepasando su vida de diseño, y porque tienen que pagar la gestión y tratamiento de los residuos radiactivos que continúan produciendo". O sea, que, en un contexto que además es de caída de precios "no son competitivas". La organización ecologista recuerda por otro lado que los operadores de las nucleares (Endesa, Iberdrola, Naturgy) son también los propietarios de muchas de las centrales de combustibles fósiles, "por lo que favorecen que se sostengan estas últimas para mantener los precios y así salvar a sus nucleares".
Hidroelectricidad
Según Greenpeace, la gestión hidráulica debería ser operada en reserva. La oenegé del arco iris considera que la gestión hidráulica "debería dirigirse más a estar disponible en los momentos críticos del sistema, de forma que fuera necesaria una menor potencia de respaldo". Para ello -apuntan desde Greenpeace-, sería necesario contar con una regulación diferente, "que obligara más la disponibilidad de la energía hidráulica regulable en estos momentos críticos del sistema; una gestión en reserva y sin especular en vez de la actual utilización por parte del actual sistema especulativo sin duda sería una mejora importante". Buena parte de la potencia hidráulica también pertenece a las empresas arriba citadas.
Análisis y seguimiento del comportamiento del mercado eléctrico (Greenpeace, abril de 2020)