La decisión, que no sorprende (de hecho ha sido bien recibida por los analistas), supone un cambio rotundo en la historia de la empresa, de más de un siglo de trayectoria, símbolo otrora del poderío industrial y tecnológico de Estados Unidos. Respecto de las renovables, GE tiene previsto combinar su unidad de energía, que fabrica turbinas para centrales eléctricas, con la de energías renovables (eólica, más precisamente), y escindir esa operación a principios de 2024. La división digital de la empresa también se trasladará al negocio de la energía. Todas estas unidades tuvieron el año pasado unos ingresos de 33.000 millones de dólares. "Al crear tres empresas públicas globales líderes en el sector, cada una de ellas puede beneficiarse de un mayor enfoque, una asignación de capital adaptada y una flexibilidad estratégica para impulsar el crecimiento y el valor a largo plazo para los clientes, los inversores y los empleados", ha justificado el director ejecutivo de GE, Lawrence Culp.
Culp, desde su nombramiento en 2018, se ha granjeado fama de buen gestor, concepto que aporta el haber logrado que la división energética del conglomerado, incluido el sector de renovables, ha vuelto a dar beneficios.
El trayecto de GE hacia las renovables puede marcar su inicio hacia 2002, cuando compró de la mayoría de los activos de Enron Wind Corporation y dio pie a una nueva empresa llamada General Electric Wind Energy.
En octubre de 2018, en una carta abierta publicada en varios medios, casi veinte inversionistas y ejecutivos de fondos de inversión con intereses en la firma solicitaron al entonces nuevo director ejecutivo Lawrence Culp que para convertirse "nuevamente en un líder, la compañía debía reducir aún más la inversión y el despliegue de tecnologías de combustibles fósiles y centrarse en tecnologías limpias".
Exactamente eso fue lo que hizo Culp con la empresa, desinvirtiendo en el sector del petróleo y el gas y apostando cada vez más por las renovables, gesto refrendado con este último anuncio.