El primer Informe sobre el Estado de la Unión de la Energía (State of the Energy Union) deja a España en muy mal lugar. Mala nota en materia de dependencia energética: dependemos de las importaciones de combustibles fósiles en mayor medida (muy mayor medida) que la mayoría de los países de la UE28. Mala nota en materia de cumplimiento de los objetivos de energías renovables. Y pésima nota, por poner solo tres ejemplos, en materia de precios de la electricidad. Para empezar, prácticamente el 100% del petróleo que consume España procede de allende las fronteras; y prácticamente el 100% del gas natural que quemamos puertas adentro (para generar electricidad o producir calor) llega aquí también desde lugares remotos (Nigeria, Catar) o relativamente próximos (Argelia).
El problema está muy claro
España carece de yacimientos de petróleo y tampoco tiene bolsas de gas. Según la mayoría de los autores, la solución sería, pues, desconectar el gas de la generación de energía (no tenemos, luego no apostamos por él) y apostar por las energías renovables, que independizan nuestra economía de las fuentes de energía foráneas. La apuesta gubernamental de los últimos veinte años ha olido sin embargo siempre a gas. Así, y según este primer Informe sobre el Estado de la Unión de la Energía, si en 1995 solo el 7,7% del consumo bruto nacional de energía había que apuntárselo al gas natural, hoy, dos décadas después, ese porcentaje llega al 22. Por el camino, varios gobiernos -PSOE, PP, PSOE, PP- y dos puertas giratorias: José María Aznar (asesor en Endesa), Felipe González (consejero en Gas Natural Fenosa).
La vía del gas
El último gobierno popular, el presidido por Mariano Rajoy, ha ahondado en la vía del gas. Le honra en todo caso el hecho de que lo anunciara con meridiana claridad en su campaña electoral, allá por el hoy remoto 2011: queremos convertir España -decía su programa entonces- en "un mercado de referencia del gas natural en el Mediterráneo" (véase página 46). Desde el 20 noviembre de 2011 (hoy hace cuatro años y un día de su victoria arrolladora), el Ejecutivo Rajoy, que ha disfrutado de la mayoría absoluta más amplia de su historia, ha legislado en esa dirección y, a la par, ha ejecutado la que algunos autores denominan la "contrarreforma", una reforma que ha ido presuntamente en contra de las energías renovables (así opinan todas las asociaciones patronales del sector, sindicatos y ecologistas) o presuntamente a favor de combatir el déficit de tarifa (según el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, y su secretario Alberto, Nadal).
Sea como fuere...
Lo cierto es que hoy, cuatro años después de llegado al gobierno el Partido Popular, el sector está virtualmente congelado. Así, el año pasado (2014), último ejercicio con los datos cerrados, la eólica instaló apenas 27,9 megavatios en toda España (cuando la media en el último decenio ha estado por encima de los mil megas anuales); mientras que la fotovoltaica cerró 2014 con 22 MW (algo menos que en el soleado Reino Unido, donde conectaron casi 2.500 megas FV ese año). En fin, que España obtuvo en 2014 los peores registros de los últimos veinte años (caso de la eólica), y del último quinquenio (caso de la FV), mientras que la termosolar se ha quedado, simplemente, congelada en foto fija. Hasta el punto de que ese año no ha añadido a su cuenta ni un solo megavatio. ¿Conclusión? Si la mejor manera de salir de la dependencia energética es hacerlo por la puerta (por la ventana de oportunidad) de las energías renovables... no parece que España, a día de hoy, vaya bien encaminada.
Política nacional
Así las cosas, el informe State of the Energy Union dice literalmente lo siguiente: "España necesita evaluar si sus políticas y herramientas son suficientes y eficaces para materializar sus objetivos en materia de energías renovables" (el Objetivo 2020 de España es que el 20% del consumo bruto de energía en ese año salga de fuentes renovables, ergo autóctonas). Y España podría estar empezando a descarrilar en ese viaje. Porque, según el Informe que nos ocupa, nuestro país ha alcanzado (año 2014) una cuota de energías limpias del 15,8% y quedan solo cuatro años para la fecha horizonte. No es el primer aviso. A mediados de 2013, la CE publicó un informe -que había encargado a un consorcio liderado por la consultora Ecofys- en el que ya se apuntaba que España sería uno de los países que incumpla en mayor medida sus propios objetivos de porcentaje de renovables en el año 2020 (y eso que, por aquel entonces, el parón renovable aún no había alcanzado las dimensiones de hogaño).
Habida cuenta de lo susodicho: 15,8%
Cabe preguntarse lo siguiente: ¿ha falseado el Ejecutivo Rajoy sus números en materia de penetración de las energías renovables? Porque resulta que el dato UE, el que aparece en el informe State of the Energy Union (15,8%), no casa con el dato que La Moncloa envió a Bruselas en su Programa Nacional de Reformas. En ese documento (página 42), el Reino de España contaba literalmente lo siguiente: "en 2014, España alcanzó el 17,1% de grado de penetración de renovables, por encima de la senda prevista para alcanzar el objetivo en 2020". No es en todo caso la primera vez que sucede: en 2013, el dato enviado por el Reino de España y el dato UE tampoco casaron (el dato Moncloa también estaba por encima del dato UE). Sea como fuere, lo cierto es que la dependencia energética de España está 17 puntos por encima de la de la media UE28; como cierto es también que prácticamente el 100% del petróleo y del gas natural que consumimos viene de allende las fronteras.
Lejos de Austria, Suecia, Finlandia
A la par, y siempre según el informe State of the Energy Union, España (15,8) está lejísimos -en materia de cuota de energías renovables en el mix energético- de los países a los que presuntamente queremos parecernos: Suecia (52,1%), Finlandia (36,8%), Austria (32,6)... Lejos de esos porcentajes de autoabastecimiento energético, como lejos se encuentran las naciones de las que dependemos energéticamente. Según el informe que nos ocupa, entre los principales suministradores de gas a España se encontraban (año 2013) Argelia (con un 27,1% del total del gas que llega aquí), Catar (10,2%) o la Nigeria de Boko Haram (9,2). Sorprende, por cierto, y sobremanera, un cierto dato: según el Informe de la CE, el 26,8% del gas que llega a España no se sabe de dónde llega (Not specified). En fin, otro de los aspectos oscuros de la España de las puertas giratorias (Aznar Endesa; González Gas Natural Fenosa) y de la dependencia (el Fondo Soberano de Catar, por ejemplo, es el principal accionista de Iberdrola).
¿Y la otra mala nota de la que hablábamos al principio?
El precio. Según el Informe de la CE, el precio de la electricidad en España se ha incrementado por encima de la inflación (muy por encima) entre los años 2008 y 2012. En ese lapso, los precios de la electricidad para un hogar medio crecieron un 46%, mientras que el Índice de Precios de Consumo Armonizado se incrementó un 7%, lo que refleja claramente, según la Comisión, el incremento de los costes regulados. O sea, que fue el gobierno el que infló la factura, pues es el gobierno el que establece la altura de los costes que regula. El informe europeo no alude en este extremo a datos de 2013 y 2014, pero lo cierto es que en ese bienio, el Gobierno Rajoy ha ejecutado formidables incrementos del precio de la potencia: hasta más de un 100% en algunos tramos. Así, la mismísima oficina de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat, revelaba hace unas semanas por ejemplo que España es, a día de hoy, el país de la UE en el que más cara es la electricidad que pagan las pymes del sector industrial. Solo en los últimos tres años (entre 2011 y junio de 2014) ese precio -explicaba Eurostat- ha subido más de un 30%.