Esta importante potencia centrada sobre todo en la eólica y la fotovoltaica va a incrementar en un 50% la actualmente en operación, ahí es nada, y está compuesta por tres grupos de proyectos: más de 8.500 MW corresponden a los resultados de las subastas, los 450 MW eólicos correspondientes al cupo canario y el resto hasta completar la mencionada potencia, serían los proyectos “merchant” con venta directa en el mercado eléctrico que según diversas fuentes se están tramitando en nuestro país, fundamentalmente fotovoltaicos.
Para haceros una idea de la que se viene encima, en los dos próximos años se van a conectar 300 proyectos que estarán constituidos, además, por sus correspondientes 300 subestaciones y centros de transformación con su aparamenta complementaria; nuevas redes y refuerzos de las existentes, además de más de 50 nuevas subestaciones para la conexión a la red general de transporte y distribución; 1.500 aerogeneradores; 3.000 inversores fotovoltaicos; 2 millones de módulos y las consiguientes estructuras de soporte, cables y elementos de vigilancia/seguridad necesarios. Suponen además unas previsiones del movimiento de 12.000 transportes de gran tonelaje en los próximos dos años.
La mayor parte de los 14.000 MW mencionados corresponde a los proyectos cuyos ingresos derivan de la venta de electricidad en el mercado (no es el caso canario pues tienen retribución fija en €/MW), sujeto siempre a una cierta volatilidad aunque históricamente el efecto combinado de distintos factores hace que las variaciones medias interanuales sean bajas y estén en el entorno de los 16 €/MWh, suficiente sin embargo para comprometer la viabilidad de algunos proyectos. La situación a futuro puede cambiar por el efecto autófago del importante contingente de renovables sin coste de combustible a integrar en el sistema y la consiguiente reducción de los precios de casación del mercado mayorista, aunque esta escenario está cambiando por, entre otros factores, la práctica desaparición de ofertas a precio cero.
Esta nueva forma de ofertar supone también a la laminación del coeficiente de apuntamiento (entendido como la diferencia entre el precio de carga base y el que realmente ve cada tecnología por las características de su recurso), lo que unido a la máxima producción de la fotovoltaica en la semipunta diurna está haciendo que los coeficientes de la eólica y la fotovoltaica se aproximen a la unidad, aunque siempre en un escenario de reducción de precios por el efecto autófago mencionado.
Una vez el proyecto iniciado, se espera que el flujo de caja financiero responda a lo inicialmente previsto y durante un periodo mínimo de 30 años. En caso de desajustes en el margen sólo existen dos opciones, incrementar los ingresos o reducir los costes. Para lo primero ya se ha visto el efecto que las renovables tienen en el precio lo que exige abandonar la cómoda posición de ser tomadores de precio y optimizar maximizando los ingresos en un mercado en el que se van incorporar a corto plazo el intradiario continuo, lo que va a exigir una operación flexible y atenta a la evolución de los precios. Adicionalmente, está la participación en los mercados de ajuste con el objetivo de obtener ingresos adicionales. Sin embargo, hasta la fecha estas opciones han mostrado claras limitaciones en ingresos reales.
Reducir costes
Por lo tanto, solo quedaría la reducción de los costes y una vez construida la planta solo quedan los de operación y mantenimiento, aparte de los financieros, complejos de cambiar pues se topan con las rigidez de los contratos financieros. Por lo tanto, la atención fundamental se concentra en el mantenimiento que puede suponer entre el 10 y el 20% del LCOE (coste normalizado de generación eléctrica), con los menores valores en la fotovoltaica o para la eólica de alto factor de capacidad. La tentación es por lo tanto reducirlos en, por ejemplo, un 20% con un impacto en la mejora del margen reducido (en términos de LCOE sólo reduciría en un 2% o un 4%, muy inferiores a la pérdida de ingresos por posible bajada del precio del mercado) pero tampoco se puede hacer mucho más.
El mantenimiento se sitúa pues en el final de la cadena de suministro y presenta una característica diferencial en el sector de las renovables, es de largo plazo y, sobre todo, muy intensivo en mano de obra, con las dificultades de todos conocidas de la gestión de personal, especialmente si existe presión en los precios. Es obvio que, tal y como comentaba Elisa Manero, de Magma, en su artículo de la semana pasada, la cultura de lo barato sin la suficiente continuidad ni el necesario control de calidad puede tener efectos negativos a corto y medio plazo, sobre todo si es necesario disponer de personal cualificado, bien remunerado y con contratos con perspectiva de continuidad.
Desde Aemer hemos lanzado un sello de calidad de las empresas de mantenimiento independientes en colaboración con una entidad de certificación. La reacción de los potenciales clientes ha sido muy positiva, ¿quién va a decir que no a la excelencia, al medio ambiente o al PRL (todas parte de este sello de calidad)?, pero de momento no ha sido asumido en sus contractos o en las licitaciones. Consideramos, sin embargo, que es la línea futura de trabajo.
Hay que tener en cuenta que adicionalmente a los factores económicos apuntados, la premura en el montaje de las instalaciones renovables en menos de dos años puede suponer problemas ocultos o ineficiencias que sólo aparecerán a medio o largo plazo. Además de la importante presencia de los fondos de inversión en el desarrollo y compra de proyectos, incluso entre los propios fondos, puede retrasar la incorporación de algunas soluciones. Todo ello configura un panorama donde se muestra la importancia de la calidad del mantenimiento en la sostenibilidad de los proyectos renovables como hemos apuntado.
El escenario futuro es sin lugar a dudas atractivo por su volumen, aunque sólo se construya el 70% de lo previsto, y porque en gran medida se desvincula de los sustos de los cambios regulatorios, lo que hace que los agentes del sector dependan fundamentalmente de sí mismos. Sin embargo, dada la experiencia acumulada, no exenta de cierto traumatismo, me pregunto si no hubiera sido mejor un crecimiento más paulatino y constante, lo que habría permitido consolidar los proyectos, las relaciones entre la cadena de suministro y evitar, en gran medida, sorpresas futuras.