El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés) alertaba en 2022 de que cumplir el Acuerdo de París (2015) o lo que es lo mismo, no traspasar el 1,5ºC de subida de temperatura o a lo sumo 2ºC, implica “reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de manera drástica en todos los sectores y, en la mayoría de los casos, de forma inmediata”.
Sin embargo, no vamos por buen camino, según el Informe sobre la Brecha de Emisiones que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) publica cada año antes de las cumbres mundiales del clima a fin de evidenciar la distancia entre la realidad de las emisiones y la situación en la que deberían estar para limitar el calentamiento al límite marcado en París.
El informe de 2023 llevaba el contundente título de “Récord superado. Con temperaturas en nuevos máximos, el mundo fracasa en reducir sus emisiones (otra vez)”.
Y esta reducción de emisiones pasa necesariamente por el desarrollo de las energías renovables.
En la Unión Europea, la producción y el uso de energía son responsables del 75 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de combustibles fósiles y causantes del calentamiento global. De ahí que la descarbonización sea la meta autoimpuesta mediante el Pacto Verde Europeo y la Ley Europea del Clima aprobada en junio de 2021, que establece para la Unión el objetivo vinculante de reducción de las emisiones netas de GEI en, al menos, un 55 por ciento en 2030 con respecto a los niveles de 1990 y alcanzar la neutralidad climática en 2050.
La Directiva sobre fuentes de energía renovables, que entró en vigor en noviembre de 2023 adaptada al objetivo 55, aumenta la cuota en materia de fuentes de energía renovables hasta el 42,5 por ciento para 2030, el 45 si es posible.
Cumplir estos objetivos climáticos supone una transformación a todos los niveles: político, industrial y ciudadano. Y no son pocos los obstáculos, reticencias y negativas a las que se enfrentan los cambios.
Los discursos interesados contra la transición energética circulan en el espacio público y el fomento de las energías renovables que impulsa la UE ha encontrado un serio rechazo no solo entre los sectores de los que podía esperarse (la industria de los combustibles fósiles, sobre todo), sino también en parte de la ciudadanía preocupada por la instalación de plantas de generación de energía renovable en un contexto social en el que se aboga por una transición ecológica aún más ambiciosa que la exclusivamente energética.
Como señala el Libro de la Energía en España 2020, editado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (2022), la senda hacia la neutralidad climática interactúa con múltiples factores que son transversales en la transición ecológica y que son también abordados por la Estrategia a largo plazo de descarbonización (ELP): “La ciudadanía se situará en el centro de este cambio, que se abordará desde una perspectiva de equidad y justicia social”.
En este y otros asuntos, los medios de comunicación como marcos de interacción constituyen una parte significativa en la producción y circulación de conocimientos, opiniones y creencias. La manera en la que los medios informan sobre el asunto energético es importante para moldear la percepción del riesgo y la aceptación o el rechazo de una tecnología. Numerosas investigaciones explicaron en los años noventa la oposición a las instalaciones y tecnologías energéticas con el Not In My Back Yard (No en mi patio trasero, conocido por sus siglas en inglés como NIMBY), basado en el egoísmo (no considerar el bien mayor), la ignorancia (no comprender la necesidad) y la irracionalidad (reaccionar emocionalmente).
Las renovables no se han librado de la oposición local explicada con el síndrome NIMBY hasta que, como indica Batel (2020), se ofrecieron otras explicaciones relacionadas con factores sociopolíticos, comunitarios y de mercado. Coinciden en que un proceso temprano y profundo de participación pública basado en el diálogo es clave para un desarrollo de renovables más fructífero y eficaz, del mismo modo que la negociación de intereses locales con medidas compensatorias y una distribución justa de beneficios en las comunidades afectadas. En España, por ejemplo, un proyecto de 20 parques eólicos situados en las provincias de Teruel y Castellón conocido como el Clúster Maestrazgo, recientemente aprobado, ha recibido críticas y alegaciones en su tramitación por parte de organizaciones ecologistas y en defensa de las aves, partidos políticos, el Movimiento Teruel Existe y la Plataforma a favor de los Paisajes de Teruel.
De la comunicación de crisis a la cobertura periodística
La mediación comunicativa es crucial en este complejo proceso de aceptación social porque es sobre todo relevante en aquellos asuntos que la ciudadanía no conoce de manera directa, como los técnicos y científicos, y en el subrayado político o social de ciertos temas. Por otro lado, los encuadres informativos de temas controvertidos impactan, en mayor o menor medida atendiendo a diversos factores, en las actitudes y comportamientos sociales y en decisiones gubernamentales. La influencia de los medios aparece además mediante la vinculación de evaluaciones de expertos a las creencias sociales más reconocibles y la representación de los peligros, entre los que se incluyen los riesgos energéticos.
Precisamente desde la comunicación del riesgo y crisis ha sido abordado en gran medida el análisis del asunto energético en los medios, con numerosos estudios centrados en los desastres nucleares o vertidos de petróleo. Al margen de las catástrofes, la energía nuclear ocupa un lugar destacado en el interés de los investigadores. Por ejemplo, en Reino Unido se examinó la línea editorial de los diarios británicos que contribuyó a la consideración de la nuclear como una fuente de energía baja en carbono, antes del desastre de Fukushima. También abundan los estudios que analizan la cobertura de técnicas de extracción como la de fracturación hidráulica o fracking.
El tratamiento informativo de los procesos de implantación de las energías renovables también ha sido analizado en distintos países. En un estudio longitudinal de las noticias de las principales cadenas de televisión de Estados Unidos se concluyó que la cobertura careció de profundidad y no se discutieron los aspectos necesarios para mejorar la comprensión del público.
Para Skjølsvold, la mayoría de los estudios que se han ocupado de la cobertura mediática de la tecnología de energía renovable describe a los medios como un organismo de control que se pone del lado del público en temas controvertidos donde las autoridades y la industria son adversarios cuyos intereses son cuestionados por los medios.
Sin conexión entre energía y cambio climático
En España, el análisis realizado de cerca de dos mil informaciones sobre energía en siete diarios nacionales en el periodo 2008-2012 mostró que la atención mediática sufrió un acusado descenso en el último año analizado con Mariano Rajoy en el Gobierno respecto al primero, cuando presidía el Ejecutivo José Luis Rodríguez Zapatero y éste promovió un plan de fomento de las renovables que después fue paralizado y finalmente derogado por el PP.
Con este panorama regulatorio las energías renovables fueron el tema más habitual en la prensa española durante esos cinco años. Casi el treinta por ciento de las piezas publicadas sobre energía se centraron en las renovables, muy por encima de los siguientes temas más tratados: el nuclear y la política energética en general.
Los resultados, publicados en el libro ‘El debate energético en los medios’ (UOC, 2017), revelaron que el tratamiento del asunto energético en los diarios españoles en los cinco años analizados fue, en definitiva, sobre todo político y económico, tanto respecto a los temas tratados como en cuanto a las voces que se escogen como fuentes. El encuadre en el relato sobre la energía era mayoritariamente indiferente respecto a la relación de ésta con el medio ambiente: apenas un 8 por ciento del total se refería al cambio climático.
Otro estudio posterior que buscaba profundizar en el análisis de la conexión entre energía y cambio climático amplió el periodo de análisis a diez años, 2009-2019, y encontró que, del total de 9.425 piezas sobre cambio climático publicadas en los siete diarios analizados, solo 801 se referían a algún aspecto energético. Esta cifra supone un 8,5 por ciento del total, por lo que en términos relativos no se apreciaba una significativa mayor atención mediática respecto al estudio previo, a pesar del incremento de llamadas a la descarbonización por parte de políticos, científicos y organizaciones ecologistas sobre todo tras los Acuerdos de París de 2015.
V Informe del OBSCC
El V Informe del Observatorio de la Comunicación del Cambio Climático y Ecodes, desarrollado con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, analiza la comunicación de la crisis climática y la transferencia social del conocimiento sobre la acción climática, poniendo especial foco en las medidas de mitigación y adaptación. Durante el primer semestre de 2023, el Observatorio llevó a cabo un seguimiento de medios en distintos soportes (radio, televisión y prensa impresa y digital), en X (antes Twitter) y en Youtube.
De una muestra aleatoria de 35 días se han analizado 2.627 piezas informativas, de las que 1.699 (66,2 por ciento) tienen como tema principal el cambio climático y a las que se aplica un exhaustivo protocolo de análisis de contenido con 61 variables. Entre ellas se incluyen aquellas que sirven para valorar el cumplimiento del Decálogo de recomendaciones para la comunicación del cambio climático y de la transición ecológica.
La segunda recomendación es la de comunicar las causas, los impactos y especialmente las soluciones para favorecer una transición ecológica con perspectiva de futuro. Así, por un lado, es en las causas donde habrían de ser mencionadas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en gran parte ocasionadas por la producción y uso de combustibles fósiles. Por otro, en las soluciones concretadas en medidas de mitigación de esas emisiones interviene también el sector energético. Sin embargo, en líneas generales se confirman los resultados de estudios anteriores y no se aprecia una estrecha conexión entre la lucha contra el cambio climático y el fomento de las energías renovables en la cobertura mediática.
Con los datos promedio de todos los soportes, no consta la comunicación de las causas en cerca de la mitad de las piezas analizadas (47,9 por ciento). La atribución de causalidad a las emisiones de gases de efecto invernadero es la más abundante en todos los soportes, concretamente en el treinta por ciento de las piezas. Es mucho menos frecuente comunicar de forma explícita la relación de la crisis climática con la producción de energía eléctrica, el transporte de personas o mercancías o el funcionamiento del sector energético.
El consumo ciudadano es el segundo aspecto más señalado como responsable del cambio climático, como se aprecia en la imagen anterior.
Respecto a las medidas de mitigación, año tras año comprobamos el progreso en la comunicación de estas medidas necesarias. En 2023 el promedio de todos los soportes indica que se mencionan en el 53,4 por ciento de los casos en los que el cambio climático es el tema principal y es en los diarios impresos donde más se comunican, casi en el 80 por ciento.
Las medidas más señaladas, con poca diferencia entre ellas, son la conservación de los ecosistemas naturales, la producción de energía de origen renovable y cambiar o reducir el consumo ciudadano. En cuanto a incentivar el uso de energías renovables, se observa una marcada diferencia en su mención en los diarios en papel y digitales, en el 26,2 y 15,6 por ciento de las informaciones, respectivamente, frente a la escasa aparición en televisión: solo en el 3,2 por ciento.
Más contexto
En definitiva, la transición energética es un asunto central en la acción climática y así debería mostrarse en la cobertura informativa de la crisis climática. Sin embargo, esta relación ha aparecido desdibujada en los medios españoles.
La desvinculación del cambio climático con el sector causante de dos terceras partes de las emisiones de GEI a nivel global no hace sino desmaterializar el problema y no favorece la acción ciudadana, no solo en cuanto al cambio de hábitos o comportamientos en relación con el consumo energético, sino también en cuanto al incremento del nivel de exigencia a los representantes políticos que han de llevar a cabo la transición energética.
Para mejorar la gobernanza del cambio climático es necesario centrar el debate en los recursos disponibles y en la necesidad de cambiar el modelo energético. “Y para lograr esa transformación social es necesario intervenir desde la educación y la comunicación”, indicaron expertos entrevistados por Gemma Teso, quienes destacaron que aspectos concretos de la vida cotidiana relativos al consumo y producción de energía deben ser conocidos y valorados por la opinión pública, junto a los costes ambientales de la producción energética para comparar los de las renovables con los de origen fósil.
Como insisten Francisco Heras y Pablo A. Meira, el cambio climático es un reto tecnológico, pero sobre todo social y político. Y en este reto, la conexión entre cambio climático y energía es necesaria en la información periodística para trasladar no solo impactos y causas, también soluciones. Estas pasan por avanzar sin dudas en la descarbonización, que debiera conseguir mayor protagonismo en los medios con un enfoque más transversal, no solo centrado en aspectos económicos.
*Doctora en Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, licenciada en Periodismo y en Humanidades, la autora de este texto es Maite Mercado, que es Profesora Titular de Periodismo en la Universitat de València, y forma parte del equipo de investigación del Observatorio de la Comunicación del Cambio Climático, del que Gemma Teso es investigadora principal
V Informe del Observatorio de la Comunicación del Cambio Climático y Ecodes
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